El señor Ernesto B. vive en una lujosa casa de dos plantas, en un barrio importante de Cárdenas, provincia Matanzas. En Cárdenas, una ciudad con mar, pero de espaldas a él, y construida sobre una ciénaga, pero sin alcantarillado, hay dos acueductos. Uno, digamos, en la zona urbana, y el otro al sur de la ciudad, en las afueras. El barrio de Ernesto B. se abastece con el agua del acueducto de las afueras, y a las casas que se abastecen con el agua de ese acueducto el Estado ha comenzado a instalarles, progresivamente, contadores en la tubería de entrada. Tal como ya sucedió en Varadero, se piensa que de un momento a otro la ciudad, o al menos buena parte de ella, funcione bajo el mismo sistema: con las residencias pagando por el servicio de agua lo que realmente gastan, y no una tarifa fija. A saber: dos, tres pesos cubanos. Calderilla, realmente.
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